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LA CARRERA DE SAPOS

    Érase una vez una carrera de sapos en el país de los sapos. El objetivo consistía en llegar a lo alto de una gran torre que se encontraba en aquel lugar. Todo estaba preparado y una gran multitud se reunió para vibrar y gritar por todos los participantes. En su momento se dio la salida y todos los sapos comenzaron a saltar. Pero como la multitud no creía que nadie
    La multitud continuaba gritando: “es muy difícil, no lo van a conseguir”, y todos los sapitos se estaban dando por vencidos, excepto uno que seguía y seguía tranquilo cada vez con más fuerza. Finalmente fue el único que llegó a la cima con todo su esfuerzo. Cuando fue proclamado vencedor muchos fueron a hablar con él y a preguntarle como había conseguido llegar al final y alcanzar semejante proeza. Cual sería le sorpresa de todos los presentes al darse cuenta que este sapito era sordo.
     
    LO HIZIERON PORQUE NO SABIAN QUE ERA IMPOSIBLE
    A PALABRAS NECIAS, OIDOS SORDOS
     
     
    CARRERA EN LA NIEVE
    Tremenda carrera se organizó.
    La multitud se agolpaba alrededor de los participantes, no para animarlos, sino expectantes: No era posible alcanzar la cima del monte. No aquel día.
    Pese a la arraigada tradición, se cuestionaba la hazaña: no solo había nevado abundantemente; el cielo de la noche había sido raso y el hielo era un peligro añadido.
    En lugar de los vítores acostumbrados, se susurraba un rumor nefasto: no lo van a conseguir, no lo van a conseguir.
    Pese a todo, -¡Tres, dos, uno, pum!- la carrera empezó.
    Los primeros resbalones y caidas hicieron abandonar a muchos; los gritos de ¡Cuidado! y ¡Dejadlo ya! hicieron desistir a todos los demás… salvo a uno.
    Juanito seguía dando grandes zancadas en la nieve sin mirar atrás. Corrió, saltó, patinó, cayó y se levantó innumerables veces, hasta que, extenuado pero dichoso, logró la cumbre.
    Aquel año, Juanito el sordo, ganó la carrera.
    Moraleja: No subestimes el poder de las palabras que escuchas.
     
    EL NIÑO QUE PUDO HACERLO…
    Dos niños llevaban toda la mañana patinando sobre un lago helado cuando, de pronto, el hielo se rompió y uno de ellos cayó al agua. La corriente interna lo desplazó unos metros por debajo de la parte helada, por lo que para salvarlo la única opción que había era romper la capa que lo cubría.
    Su amigo comenzó a gritar pidiendo ayuda, pero al ver que nadie acudía buscó rápidamente una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas.
    Golpeó, golpeó y golpeó hasta que con-siguió abrir una grieta por la que metió el brazo para agarrar a su compañero y salvarlo.
    A los pocos minutos, avisados por los vecinos que habían oído los gritos de socorro, llegaron los bomberos.
    Cuando les contaron lo ocurrido, no paraban de preguntarse cómo aquel niño tan pequeño había sido capaz de romper una capa de hielo tan gruesa.
    -Es imposible que con esas manos lo haya logrado, es imposible, no tiene la fuerza suficiente ¿cómo ha podido conseguirlo? -comentaban entre ellos.
    Un anciano que estaba por los alrededores, al escuchar la conversación, se acercó a los bomberos.
    -Yo sí sé cómo lo hizo -dijo.
    -¿Cómo? -respondieron sorprendidos.
    -No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.
    Fuente: http://www.blog.eloymoreno.com/el-nino-que-pudo-hacerlo/

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