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AUTOENGAÑO- NEGACION

    no hay mayor ciego que el que no quiere ver
    no hay mayor sordo que el que no quiere ori
    no hay mayor desentendido que el que no quiere entender

    El pesimista se queja del tiempo, el optimista espera que cambie, el realista ajusta las velas.

    William Arthur Ward

    Uno de los mayores peligros y enemigos del ser humano es negar la realidad. Aceptarla es el primer paso para gestionarla con exito

    “No hay nada malo en experimentar dolor, ya que el dolor es parte sustancial de la vida. Pero el dolor que mata, el dolor que causa sufrimiento, es aquel que surge de la negación y de la lucha por intentar dejar de experimentar dolor.”

    CLEMENTE FRANCO JUSTO

    TAPAR LOS PROBLEMAS

    Es la más elaborada de las mentiras: engañarnos hasta dar por cierto lo que no es. Y eso puede hacernos mucho daño.

    Nadie se halla libre del autoengaño, esa estrategia mental que permite esquivar la realidad refugiándose en una inconsciencia más o menos deliberada. Se recurre al autoengaño para evitar asumir las consecuencias de los propios actos al no ver ciertos aspectos personales o del entorno que resultan desagradables, al fingir y ocultar lo que se siente o al justificarse para salir airoso de una situación.

    Pero ¿cómo es posible engañarse a uno mismo? Según Francisco J. Rubia, catedrático de Medicina e investigador en neurociencia, incluso el propio cerebro nos engaña. La misión principal de este órgano es garantizar la supervivencia del organismo, y para tal fin elabora pero también deforma la información que recibe de los sentidos.

    «En algunos momentos, esta escapatoria puede resultar útil, pero si se mantiene de manera rígida puede generar dificultades»

    Existe, por una parte, el autoengaño que opera de manera consciente. Una persona sabe que tiene que realizar algo, pero se convence a sí misma para dejarlo para mañana. Alguien reconoce que tiene un problema y se autoengaña pensando que el tiempo lo solucionará. Sin embargo, en ocasiones la mentira está tan bien armada que ni siquiera se es consciente de ella. Así, una persona puede descubrir que ha borrado de su memoria hechos importantes o que se ha mantenido ciega ante las evidencias claras de que su vida de pareja naufragaba. El autoengaño es el más escurridizo de los mecanismos mentales, porque resulta difícil darse cuenta de lo que se prefiere ignorar.

    Los ‘puntos ciegos’

    «Todo es según el color del cristal con que se mira» (Ramón de Campoamor)

    En su libro El punto ciego, Daniel Goleman relaciona esta estrategia con un hecho fisiológico. En la parte posterior del ojo existe una zona donde confluyen las neuronas del nervio óptico que carece de terminaciones nerviosas. Esta zona constituye un punto ciego. Habitualmente no se percibe su existencia porque se compensa con la visión superpuesta de ambos ojos. Pero incluso cuando se emplea un único ojo resulta difícil distinguirlo, pues ante la falta de información visual el cerebro rellena virtualmente esa pequeña área en relación con el entorno.

    Algo parecido sucede a nivel psicológico. Todas las personas tienenpuntos ciegos, zonas de su experiencia personal en las que son proclives a bloquear su atención y autoengañarse. Estas lagunas mentales tienden a ser rellenadas con fantasías, explicaciones racionales o imaginaciones. Se trata de un hecho comprobado que no percibimos la realidad tal y como es, sino que elaboramos nuestra interpretación particular a partir de lo que captan los sentidos. Incluso la memoria resulta altamente engañosa, pues contiene una serie de filtros que seleccionan la información que llega a la conciencia.

    Esquivar la realidad

    «Ojos que no ven, corazón que no siente» (refrán popular)

    Cuando algo supone una amenaza, la atención suele recurrir a dos tipos de soluciones: la intrusión, en la que la persona se mantiene centrada en lo que le preocupa, pensando continuamente sobre ello, o la negación, que supone desviar la atención y desconectarse del problema.

    La tendencia a cerrar los ojos ante lo que inquieta surte un evidente efecto calmante, pues permite poner fin al estrés que genera una posible amenaza, una responsabilidad o un recuerdo traumático… El autoengaño, por tanto, ayuda a protegerse de la ansiedad o el malestar disminuyendo el grado de conciencia.

    Ante una enfermedad grave, algunas personas recurren a la negación: rechazan el diagnóstico o minimizan su seriedad, evitando reflexionar o hablar sobre ello. Esta estrategia tiene su función y puede resultar, por tanto, beneficiosa. Es sabido que las personas con cáncer que niegan su enfermedad pueden sufrir menos ansiedad y depresión.

    La negación, por tanto, implica un rechazo a aceptar las cosas tal y como son, y suele ser una de las primeras respuestas ante una pérdida o cambio importante. Supone una escapatoria momentánea antes de enfrentarse con la realidad. Sin embargo, así como en algunos momentos puede resultar útil, si se mantiene en el tiempo de manera rígida puede generar dificultades, tales como no tomar una actitud responsable para realizar los controles o tratamientos que precisa una enfermedad o no posibilitar la elaboración emocional de la situación. Lo decía Ortega y Gasset: «La negación es útil, noble y piadosa cuando sirve de tránsito hacia una nueva afirmación».

    La trampa de la selección

    «Peor que ver la realidad negra es el no verla» (Antonio Machado)

    Los seres humanos disponen de infinidad de trucos para mantenerse ajenos a la realidad. Además de la negación, se utilizan mecanismos de defensa como la racionalización, que permite ocultar los verdaderos motivos bajo una explicación lógica, o la atención selectiva, mediante la cual se percibe lo que interesa mientras se ignora el resto.

    Estos mecanismos de defensa brindan un refugio y son en cierto modo necesarios, pero al mismo tiempo condicionan nuestra manera de percibir y reaccionar frente al mundo. Como individuos, somos recopiladores y observadores de nuestra propia realidad y, a pesar de desearlo, rara vez somos imparciales. La mayoría solemos atribuirnos con mayor facilidad los éxitos que los fracasos, exculparnos y ver la mota en el ojo ajeno. Aunque otras personas tienden a interpretar que el fallo siempre está en su lado.

    La evolución de la mentira

    «Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa»(Alfred Adler)

    Robert Trivers, un biólogo evolutivo norteamericano, opina que el autoengaño es una sofisticación de la mentira, ya que ocultarse algo a uno mismo lo hace más invisible y difícil de descubrir para el resto. Mentir conscientemente, además, crea una contradicción en el cerebro y requiere un mayor esfuerzo. En eso se basa el polígrafo (la máquina de la verdad), pues al falsear la respuesta aparecen señales de estrés a veces imperceptibles, como sudor, cambios en la presión cardiaca o la respiración…

    La capacidad para mirar hacia otro lado también se ha mostrado fundamental para forjar las relaciones humanas. Se necesita cierta dosis de engaño para mantener la discreción, encubrir cuestiones embarazosas o proteger la integridad de otra persona. Sin embargo, también nos servimos del autoengaño para fines menos honorables, como embaucar a los demás, ocultar aspectos indeseables de uno mismo, lograr un objetivo a toda costa…

    La verdad soportable

    «En el interior del hombre habita la verdad» (San Agustín)

    Llegamos al meollo: ¿existe un equilibrio óptimo entre autoengaño y verdad? Sabemos que en ocasiones evitar la realidad nos procura una sensación de alivio, pero también conlleva un coste importante. Lo que no se afronta tiende a repetirse.

    Un concepto útil es el de la verdad soportable. Se puede apostar por reconocer la realidad, pero dándose tiempo para digerir poco a poco la información que resulta difícil. La mentira y la simulación terminan creando una terrible desconexión, ignorando quiénes somos y qué deseamos. Por eso, lo más importante quizá sea mantener un pacto de honestidad con uno mismo. A ese pacto ayudará reconocer que la realidad es mucho más amplia de lo que se cree. Sin embargo, puesto que siempre resulta difícil detectar los propios trucos, se necesita el espejo de los demás. Con sus comentarios, sus críticas y elogios, y su visión distinta, las otras personas contribuyen a iluminar rincones que hasta entonces permanecían ocultos.

    La sugestión colectiva

    Detrás de los pequeños o grandes conflictos suele haber una parte de autoengaño. Es la que proyecta en la otra parte toda la maldad, la desconsideración o el error, defendiendo obcecadamente el propio punto de vista. Eso constituye precisamente uno de los peligros de esta estrategia mental: justificar los propios actos bajo el amparo de la mentira que uno mismo se ha creado. No hay que olvidar, además, que las ilusiones colectivas son un gran instrumento de manipulación. La mejor forma de ganar adeptos es haciéndoles creer en cierta realidad. Una muestra de ello son los colaboradores de un régimen opresivo como el del Tercer Reich, que reconocen con la perspectiva del tiempo hasta qué punto su conciencia estaba manipulada y eran incapaces de enjuiciar lo que ocurría.

    Según palabras de Milan Kundera, «delante había una mentira comprensible, y detrás, una verdad incomprensible».

    Todos nos engañamos hasta puntos insospechados. Nos mentimos a nosotros mismos una y otra vez, consciente e inconscientemente. Ésta es la realidad ineludible que enfrenta Robert Trivers en «La insensatez de los necios». La lógica del engaño y el autoengaño en la vida humana». Como biólogo, se pregunta cuál es la función evolutiva del autoengaño: ¿por qué un mecanismo mental que nos oculta la realidad ha pervivido a lo largo del tiempo en la especie? En contra de la tesis psicologista, que propone que el autoengaño está al servicio de sentirnos bien o ser más felices, Trivers defiende que el autoengaño es un recurso que nos permite mentir mejor a los demás.

    No es nuestro trabajo discutir si Trivers acierta: aquí nos limitamos a ejemplificar algunas de las categorías del autoengaño que se proponen en el libro.

    1. Todos somos Cristiano Ronaldo.

    Confiar demasiado en nosotros mismos es la forma principal y más extendida de autoengaño. Quizá no todos vayamos a decir, como el futbolista, que somos guapos, ricos y buenos (en lo que sea). Sin embargo, salvo lo de ricos, seguro que pensamos que lo somos más de lo que estamos dispuestos a reconocer. Lo sabemos porque, a pesar de que nos indignemos al descubrir que las revistas retocan los cuerpos de las modelos con Photoshop, los estudios sociológicos demuestran que identificamos nuestro rostro con más rapidez en fotos retocadas favorablemente que en aquellas tomadas al natural.

    Por lo que parece que la función de los filtros de Instragram no es la de mejorar la realidad, sino la de adecuarla a nuestras expectativas razonables: inconscientemente, nos vemos mejores de lo que somos. Según Trivers, nos creemos superiores para poder impresionar a los demás. Lo de hacer el pavo real no consistiría sólo en una metáfora, sería la dictadura de los genes.

    2. ¡Mira mamá, sin manos!

    La ilusión de controlar la situación es, en parte, resultado de una excesiva confianza en nosotros mismos. Pero también depende de nuestra necesidad de previsibilidad y control, de racionalizar la incertidumbre. Lo cual no se refiere solamente a la confianza ciega que demuestran las gentes de Youtube que se dan de mamporros en bicicletas o skates, aunque también. Esta temeridad es una forma extrema de confianza ilusoria: creer que podemos sortear cualquier peligro, basándonos en la dudosa certeza estadística de que hasta ahora no nos hemos dejado los dientes en el asfalto.

    Pero, como dice Trivers, esto es tan irracional como jugar a la ruleta rusa y creer que a cada disparo sin bala aumentan nuestras posibilidades de no morir en el próximo intento.
    Más cruda es la realidad del autoengaño cuando quienes muestran esa ceguera son los corredores de Bolsa. Podemos creer verosímilmente que parte de la crisis se debió a que los economistas llegaron a creer que su profecía se cumpliría del todo: que la inversión llevaría a la inversión, y que si nadie despertaba del sueño, el sueño sería la única realidad.

    Trivers relata un experimento que sentó a un centenar de corredores de Bolsa ante un ordenador, diciéndoles que moviendo elmouse arriba y abajo podían influir en la evolución de una línea que ascendía y descendía aleatoriamente. De hecho, el ratón no estaba conectado, y a pesar de ello, al ser preguntados por el control que creían haber ejercido sobre la evolución de la línea, muchos afirmaron haber dominado la situación.

    3. Yo me equivoqué, tú fuiste infiel.

    También hay autoengaño en cuanto a la ética: rezumamos superioridad moral. Nada mejor para comprobarlo que las relaciones de pareja y el doble rasero que acostumbramos a aplicar en cuestiones de infidelidad, ya sean imaginadas o consumadas. Tener fantasías sexuales con una compañera de trabajo es a nuestros ojos una chiquillada, un sano ejercicio mental. Sin embargo, las palabras «traición» y «hipocresía» brollan de nuestra boca como geiseres cuando nuestra pareja nos cuenta que ha soñado nada inocentemente con algún ex-novio. Juzgamos con más rigor a los demás, aunque las infracciones sean las mismas.

    Además, tendemos a crear relatos personales falsos: las malas acciones son cosa de una persona pasada que ya no somos nosotros. No hay continuidad entre el yo lector de Tom Clancy y el yo lector de Bernhard, aunque empezaramos a leer sus obras al mismo tiempo.

    4. Uno de los nuestros.

    Para entender el autoengaño a nivel social, no hace falta hablar de nacionalismos o de extremismos religiosos: todos sabemos que los que comemos Nutella, y no Nocilla, somos de una estirpe superior. El sentimiento de pertenencia puede depender de cosas tan banales como compartir color de camiseta durante media hora, ser del mismo pueblo o amar a un mismo escritor. Y sino que se lo pregunten a los fans de Paulo Coelho, que corren por internet colgado fotos de auroras boreales con frases del gurú allí sobreimpresionadas, intercambiándoselikes y comentarios nada irónicos que constatan la sabiduría coelhiana.

    Tal polarización entre los vínculos intragrupales y extragrupales nos lleva a autoengañarnos respecto de las cualidades de nuestro grupo. Por ello somos propensos a generalizar las malas cualidades de alguien que integra al otro grupo. Por ejemplo, los españoles, a ojos de muchos catalanes, son unos dinosaurios fascistas anclados al pensamiento feudal: el plató de El Gato al Agua es elevado a muestra representativa de la españolidad. Y los catalanes, a su vez, son vistos como carroñeros a la espera de devorar la poca carne que le quede a España una vez haya muerto de hambre y de sed.

    5. El sociólogo que llevamos dentro.

    Somos expertos en política internacional cuando vemos las noticias, técnicos en macroeconomía al encontrarnos con un conocido en la cola del supermercado, y consejeros matrimoniales cuando nos telefonean nuestros amigos por la noche. Tenemos una teoría social aplicable a cada realidad particular y una teoría de la sociedad en general. Por supuesto todas ellas son contradictorias, desinformadas y sesgadas, pero creemos firmemente que con ellas desenmascaramos los movimientos de aquellos que mueven el mundo tras las bambalinas. Nos autoengañamos pensando que comprendemos la realidad, y sonreímos con superioridad no disimulada cuando alguien quiere hacernos ver que no comprendemos de la misa la mitad.

    Introducción

    Para los psicólogos, que nos dedicamos a la psicoterapia es fundamental contar con teorías científicas exhaustivas del autoengaño, ya que la sintomatología clínica que presenta los pacientes está estrechamente relacionada con este proceso. Una teoría explicativa en psicología debe fundarse en la teoría evolucionaría, en la epistemología evolutiva o en las ciencias naturales. Por ejemplo, Maturana explica el conocimiento desde la biología con su teoría biológica del conocer.

    Vittorio Guidano, consecuente con este planteamiento propone una teoría explicativa del autoengaño -desde su modelo del sistema del Self procesal- fundada en la epistemología evolutiva. Para Guidano, el autoengaño está fuertemente conectado con los mecanismos de la consciencia del Sí-mismo (Self) y del lenguaje. Sostiene que la conciencia es una actividad auto referencial, que tiene como finalidad el mantenimiento de la identidad del sistema y el desarrollo del Sí-mismo. Al narrar, vale decir el poner en secuencia la experiencia se pueden poner en evidencias contradicciones, que pueden afectar la coherencia interna del sistema del Self.

    Si esto sucede aplanamos los rasgos que son inaceptables para el mantenimiento de nuestra continuidad interna por medio de los mecanismos de autoengaño, atribuyendo estos rasgos a los otros o bien a los eventos o a las circunstancias. Desde esta perspectiva, como dice Guidano no hay conciencia de uno mismo sin autoengaño. Es decir, el auto engaño es una actividad normal en los seres humanos. No obstante, en los pacientes con síntomas clínicos se encontrará que se auto engañan demasiado.

    Para Guidano, el autoengaño entonces, es entendido como la modalidad de manipular la experiencia de Sí en curso, de modo que resulte consistente con la propia continuidad interna, lo cual es la actividad básica de la capacidad auto referencial ligada al lenguaje.
    Robert Trivers, por su parte ha desarrollado una sub-teoría del autoengaño, dentro de su teoría evolutiva del sistema social, en la que explica que la selección natural puede haber favorecido el autoengaño. Postula que la mentira es una práctica profundamente arraigada en los sistemas vivos y que ha sido seleccionada en el proceso de la evolución. No solamente los seres humanos mienten. Las investigaciones muestran un gran número de ejemplos en que los seres vivos emplean la mentira con el único fin de sobrevivir.

    Como define el autoengaño

    Trivers describe, el autoengaño como el acto de mentirse a uno mismo o como un flujo de información dentro de un individuo, análogo a la mentira entre los individuos. Trivers sostiene que la clave para definir y explicar el autoengaño, es considerar que la información verdadera es preferencialmente excluida de la conciencia y que si esta información es mantenida totalmente, es relegada y mantenida en el inconsciente.

    El autoengaño está al servicio de la mentira

    Según Trivers, el estudio de la mentira, desde la perspectiva evolutiva, ha dado lugar a ciertas premisas, como por ejemplo, ante una misma comunidad, si el mentiroso miente en forma repetida, las víctimas de la mentira pueden identificar el engaño y desarrollar respuestas contra el mentiroso pasando este a ser víctima de su propio engaño. Pero, desde la emergencia del lenguaje, los humanos vivimos en un mundo altamente complejo formado por mentirosos y por personas que son engañadas por mentirosos, de tal forma, que los procesos de identificación y de provocación del engaño están coevolucionando al mismo tiempo en términos de complejidad y eficiencia.

    El autoengaño entonces permite el ocultamiento de la mentira, por lo tanto, al ocultarse la mentira a uno mismo, la hace invisible ante los ojos de los otros produciendo entonces una fragmentación interna; la verdad es excluida de la conciencia y es relegada al inconsciente y es la mentira la que accede a la conciencia. Esta es la llave explicativa del autoengaño, que según Trivers puede aparecer al menos en las siguientes situaciones:

    Negación de la mentira en curso.

    Trivers afirma, que los humanos cuando detectan la mentira reaccionan con hostilidad y agresividad, así si uno no es consciente que está mintiendo, los demás no pueden detectar las señales que indicarían la mentira, como el movimiento de los ojos, la sudoración, la calidad de la voz que denota y otros signos de tensión que acompañan la mentira. Por lo tanto ser inconsciente del engaño en curso permite ocultar más profundamente el engaño.

    Según Trivers, otra instancia en que puede aparecer el autoengaño tiene que ver con la autopromoción, o la exageración del lado positivo y la negación del lado negativo de uno mismo, todo esto con el fin de producir una imagen benefactora, es decir, la imagen que beneficiamos a los otros y que somos efectivos cuando lo hacemos. También la construcción de teorías sociales sesgadas es otra fuente de autoengaño, de acuerdo a Trivers. Todos creamos teorías sociales que están al servicio de nosotros mismos. Otra fuente de autoengaño es la construcción de narrativas sesgadas de la conducta en curso con el fin ocultar las verdaderas intenciones.

    Estas actividades de autoengaño anteriormente mencionadas, permiten que, el flujo de información sea ampliamente sesgado, así la mente consciente se dedica en parte a construir una falsa imagen y al mismo tiempo no se es consciente de que se está infringiendo el comportamiento y las evidencias

    Para Trivers, el costo del autoengaño es la aprehensión distorsionada de la realidad, especialmente de la realidad social, y el mantenimiento de un sistema mental ineficiente y fragmentado.

    El problema de la conciencia

    Trivers nos recuerda que la mente humana no está dividida en conciente e inconciente, sino que se pueden reconocer diferentes grados de conciencia. Nos dice que, podemos negar la realidad y luego negamos la negación y así sucesivamente, hasta el infinito. La conciencia humana deviene en muchos grados y formas. Por ejemplo, nos sentimos deprimidos, pero luego no sabemos porque percibimos que algo no anda bien, no sabemos lo que es y tampoco sabemos porqué y así sucesivamente.

    Evidencias de la práctica del auto engaño

    Trivers sostiene que a lo largo de la evolución, se incrementaron las posibilidades de engaño y autoengaño, en los humanos, y que la selección natural favoreció el engaño en las especies sociales por ciento de millones de años y que en este proceso pudo haber seleccionado para la especies humana la práctica del autoengaño.

    Trivers señalan muchos estudios en el campo de la psicología social que evidencian la constante práctica del autoengaño. Por ejemplo, tendemos a tener opiniones más positiva sobre nosotros mismos que sobre los demás. La memoria está sesgada y recordamos con mayor viveza aquello con lo que salimos beneficiados.

    En la esfera social, ocurre también algo parecido, especialmente cuando evaluamos a los líderes de nuestra comunidad en la que generalizamos los aspectos positivos de ellos.
    Otro estudio que evidencia de la práctica del autoengaño que señala Trivers, es un experimento realizado en Estados Unidos en un grupo de individuos de sexo masculino en el que se les evaluó desde el punto de vista psicológico el grado de homofobia asociado a cada uno de ellos. Tras dividir a los sujetos en homófobicos y no-homófobicos estudiaron el grado de excitación que experimentaban, midiendo la dilatación del pene, mientras se les proyectaba por algunos minutos una película pornográfica para gays.

    Resultó que los homófobicos se excitaban muchísimo más que los que se definían como no-homófobicos, los cuales casi no se excitaban. Además, tras realizar el ejercicio, preguntaban a los sujetos cual había sido su impresión durante la proyección y todos (incluso los que habían empíricamente experimentado excitación) afirmaban que su pene no se había alterado ante el estímulo gay.

    Según Trivers el auto-engaño es una práctica común y peligrosa, porque nos aleja de la realidad y nos lleva hacia una construcción que nuestra mente identifica como real. Sostiene que el precio que pagamos por vivir en el engaño es muy alto. Las guerras y otros desastres humanos en que se encuentra presente el autoengaño son las peores consecuencias derivadas de esta práctica tan habitual.

    El autoengaño en la interacción con otros sistemas humanos

    Trivers señala que el conflicto interno y el flujo de información sesgada en el individuo, probablemente tiene múltiples fuentes biológicas, pero el auto-engaño evolucionando al servicio de engaño tiene sólo una. El considera las siguientes fuentes alternativas con especial atención a las interacciones. Los conflicto padre-hijos. El conflicto genético interno. La selección de suprimir los rasgos negativos y las ilusiones positivas.

    Los procesos psicológicos al servicio del autoengaño

    Según Trivers la negación y la proyección son procesos psicológicos básicos que están al servicio del autoengaño aunque presentan dinámicas diferentes. Señala que la negación genera la negación de la negación y requiere un nivel aumentado de la activación neurovegetativa, para atender mejor a los hechos que se necesitan negar y desviarlos de la consciencia. La proyección, al contrario, a menudo puede ser una actividad más relajada.

    Los peligros de las falsas teorías

    Trivers señala, que el engaño y el autoengaño siempre confrontados con una teoría distinta de la realidad que sea confiable y frente a la cual comproprobar el auto engaño. Sostiene que la teoría evolucionaria, pretende proveer justamente esto.

    Para Trivers, los peligros de una falsa teoría de la realidad son ilustrados por las fallas de las teorías del auto engaño de Marx y Freud

    Señala, que aunque Freud fue capaz de describir fenómenos tales como la negación, la represión y la proyección, su propia teoría no fundada el del desarrollo humano lo condujo a él a negar una cosa y a proyectar la otra. Por ejemplo, Freud negó que los avances sexuales de los parientes consanguíneos o parientes políticos hombres fueron un problema común para las mujeres, y proyectó en estas mujeres, exactamente el deseo de tales encuentros sexuales.

    Un enfoque evolucionario no es compatible con la noción de que las mujeres tienen un deseo sexual innato por encuentros con parientes hombres cercanos. Por el contrario, por una asimetría crítica los hombres probablemente son más beneficiados genéticamente de tales endogamias que lo que son las mujeres. Sostiene aquí, que la ausencia de Freud de cualquier visión plausible del desarrollo humano, de alguna manera le permitió torcer su argumento del autoengaño. Marx a su vez proveyó un análisis de las mentiras y el autoengaño de la burguesía, pero su ingenua teoría de la evolución económica inevitable solo estimuló el autoengaño socialista.

    La carga cognitiva en la detección de la mentira.

    Otro aspecto que Trivers aborda posteriormente en su teoría del autoengaño, es el siguiente:
    Nos dice que al mentir conscientemente resulta muy demandante desde el punto de vista cognitivo, ya que ocultar la verdad y construir una falsedad y mantenerla para que no sea descubierta por el oyente exige tiempo y concentración, lo cual consume energía y crea una contradicción interna que reduce las capacidades para realizar tareas cognitivas

    El autoengaño y los desastres humanos

    Trivers no tiene dudas de que el auto-engaño hace una contribución a los desastres humanos, especialmente por la forma equivocada de las políticas sociales, donde las guerras es el ejemplo de más alto costo.

    Señala que dado que el coste general de la auto-engaño es la idea errónea de la realidad, especialmente de la realidad social, el auto-engaño fácilmente puede generar grandes costos sociales.

    Advierte, que aunque los desastres son estudió en retrospectiva, lo que hace que la evidencia aún no sea científica, pero que la conexión con el auto-engaño, es ciertamente sugerente.
    Muestra a través de ejemplos cómo el análisis del autoengaño individual se puede extender a los grupos. A pares de individuos, como por ejemplo, el accidente del vuelo 90 de Air Florida en 1982. En organizaciones, por ejemplo, el desastre del Challenger y en gran parte de la sociedad -en la que concluye- que es probable que el auto-engaño esté presente especialmente en la guerra..

    LA NEGACION

    El primer tipo de defensa es la negación. Los que viven en ella no se dan cuenta de su vergüenza. Se engañan a sí mismos creyendo que no la padecen cuando, de hecho, experimentarían mucha vergüenza si estuvieran plenamente conscientes de lo que les está sucediendo por dentro. Desean intensamente creer que son personas aceptables para sí mismas y para los demás, de este modo se ciegan a todo lo que podría avergonzarlas.

    La persona dominada por la vergüenza vive en un mundo de apariencias. Hará cualquier cosa para proteger su imagen de buena persona, aunque esto signifique ignorar la realidad. Por ejemplo, muchos alcohólicos niegan que tienen un problema con la bebida y sentirían una terrible vergüenza si admitieran que no pueden controlar el alcohol, Asimismo, tergirversan la realidad creándose imágenes torturantes. Piensan que hay algo muy malo con los que son impotentes frente a una simple botella, y no comprenden cómo se puede ser a la vez alcohólico y buena persona porque piensan: Un alcohólico es un miserable borrachín. Yo no soy así. Me odiaría si yo fuera un borracho. No puedo ser alcohólico.Temen tanto a la avasalladora vergüenza, que se ciegan a la evidencia de la adicción y se convencen a sí mismos de que el problema no existe.

    La negación de la vergüenza no es exclusiva de los alcohólicos. Después de todo, la vergüenza amenaza la misma esencia de la identidad. Algunos «se olvidan» de los deseos y conductas sexuales porque les provocan vergüenza. Otros se avergüenzan de su madre porque tartamudea o de su hijo con retraso mental porque perciben estas cosas como defectos. Hay personas que niegan hechos tan triviales como la caída de pelo, o no correr tan rápido como antes, porque para ellas envejecer es un proceso vergonzoso.

    Para cualquier cosa que pueda provocar vergüenza siempre existe consciente o inconscientemente, la negación. Negamos aquello que no nos atrevemos a ver.
    La vida en la negación siempre se paga. El alcohólico que insiste en decir que no tiene problema podrá morir de esta enfermedad. El que se siente humillado por el tartamudeo de su madre seguramente permanecerá alejado de su amor. El que se avergüenza de envejecer, no podrá respetarse a sí mismo por lo que es.

    Todos ellos obtendrían grandes ganancias enfrentando la realidad, pero sólo podrán hacerlo cuando aprendan que pueden sobrevivir a la vergüenza.
     

    Sistema de negación

    Personajes del sistema de negación….

    ¿Cuáles son los personajes que intervienen en el sistema de negación?

    Son 3: víctima, provocador y propiciador

    La persona que niega no entra en los personajes.

    ¿Qué hace cada uno?….

    Víctima:

    es el que se hace responsable del esfuerzo físico o mental que tendría que hacer el otro. Es el personaje que protege al individuo

    Provocador:

    es el que se siente dolido por el actuar del otro y es el que vive con el o ella. Es el personaje clave.

    Propiciador:

    es el que quiere salvarlo de una crisis, por su propia necesidad.

    ¿Cómo funcionan los personajes?…

    Como en toda obra se viven 3 etapas o actos.

    ¿Cuáles son estos actos?….

    Primer acto:

    La persona comete un error y no quiere que nadie le diga en qué se equivocó ni lo que debe hacer. Del error nadie debe hablar (de las calificaciones, del cigarro que le encontraron, de haber llegado tarde).

    Aquí el ser humano desea ocultar su error pero él sabe que se equivocó.

    Segundo acto:

    La persona espera que otro le resuelva sus errores, aunque sepa que no es posible, pero lo desea….

    Es aquí cuando entran en escena los 3 personajes.

    El propiciador:

    por su propia necesidad, ya sea ansiedad o responsabilidad, quiere salvarlo de su error ¿cómo? Dando explicaciones justificadas al actuar erróneo y dejándolo sin responsabilidad emocional de sus actos.

    Por lo general este personaje está fuera de la familia (maestra, doctor, sacerdote, abogado).

    Carece del conocimiento de la situación y por lo tanto impide el proceso de aprendizaje por medio de enmendar sus propios errores.

    La víctima:

    es el que se hace responsable de corregir el error. Con este personaje la persona se vuelve dependiente (¿les suena?) Se vuelve dependiente de la repetida protección. Si no fuera así, la persona se vería forzado a corregir su error.

    Provocador:

    Es el personaje clave. Es con quien vive la persona (padre, madre, esposa, hijo, hermano, etc.). Se siente lastimado o dolido por el error cometido, pero quiere mantener la unidad a pesar del problema provocado por el error. Con su resentimiento, temor y dolor se ve orillado a controlar, a forzar cambios. Pero para esto se sacrifica, se acomoda pero no desiste en su empeño de controlar aunque lo cobre caro.

    Tercer acto:

    En este acto, la persona que cometió el error va a negar que lo cometió, y así no asumir la responsabilidad de sus actos y por lo tanto no buscan la solución. Con ésto sucede que va a negar que los demás lo han ayudado, por eso decide guardar silencio para negar su error, ya que así evita reconocer que es irresponsable. Y evita reconocer que su irresponsabilidad daña a los demás.

    ¿Cómo se retroalimentan los tres actos?….

    Como en el tercer acto, la persona ha negado toda responsabilidad de sí mismo, para el próximo error que vaya a cometer, sabe emocionalmente que puede dejar de asumir su responsabilidad, si engancha a sus tres personajes en su sistema de negación. Y lo más seguro es que sí los atrape porque cada uno de los personajes, por su propia necesidad entra al escenario.

    AQUI NO PASA NADA. MIRAR PARA OTRO LADO

    FALTA DE HONESTIDAD

    NO SER REALISTA, EN QUE MUNDO VIVES? VIVIR EN EL MUNDO DE YUPI

    ENGAÑADO.

    He vivido rodeado de muchas mentiras. En mi proceso de crianza se me inculcaron ideas que iban contra el verdadero sentido de la vida que he encontrado en el Programa, y que por los resultados obtenidos para mí es el verdadero. Por supuesto me aferré a esas creencias falsas que daba como evidentes. Y es que eran las únicas que conocía. Fui engañado y por lo que veo a diario, buena parte de la humanidad vive engañada. El resultado de vivir en una mentira es vivir mal. Anduve por un camino falso que generó y fortaleció un falso yo que se volvió mi verdugo. El camino de mi verdadero yo iba por otro lado.

    No me ha resultado un proceso doloroso dejar esas falsas creencias. Más bien me fascina descubrir estas realidades, cuya efectividad para mi les dan legitimidad. Lo que si resulta un poco más complicado es que al ir abriéndose a estas verdades y tomar un camino distinto al que recorre la mayoría, se produce una sensación de aislamiento. Sé que algunos sucumben a la tentación de retroceder para no perder la aceptación y aprobación de los demás. Aunque es fascinante ver las cosas desde otra perspectiva, tampoco ha sido fácil cambiar mi forma de ser para que se adapte a ella.

    Cuando hablo de estas verdades que he encontrado en el programa, comprendo el rechazo y hasta la burla de algunas personas que no las entienden. Mucha gente está tan atrapada en esas mentiras, depende tanto de ellas, las han convertido en bases tan profundas de su vida que no puede o no quiere ni tan siquiera cuestionarlas, sobre todo si les reportan un enfermizo beneficio. El principio espiritual del respeto me dice que no puedo ni debo tratar de cambiar su forma de pensar, pero se enciende en mí el deseo de que algún día logren aceptar esas realidades y gocen los beneficios que da el transitar por el camino de la Verdad.
    lo que esta mal, esta mal ( aunque lo haga todo el mundo)
    lo que esta bien, esta bien ( aunque no lo haga nadie)

    OJOS BIEN CERRADOS

    LA NEGACION ES UNA MANERA DE AISLARNOS DE LA REALIDAD, DE UNA REALIDAD QUE A MENUDO NOS RESULTA INSOPORTABLE

    Hay realidades tan espantosas que no es de sorprender que cerremos las ojos para no verlas. Es un mecanismo para evitar el dolor por el mal recibido o por el mal que causamos. En Al-Anon no estamos llamados a evitar las situaciones dolorosas, sino a encararlas eficazmente. La luz de la verdad resulta molesta a ojos acostumbrados a la oscuridad de la negación. Los pretextos deben ser dejados atrás para darle paso a una aceptación sanadora.

    Aceptar es una de las acciones más difíciles para los que nos sometemos al Programa por sus implicaciones. Cuando pensaba que estaba por mi cuenta, era más difícil aceptar lo que rechazaba por doloroso. Saber que no estoy desamparado, me facilita abrirme a una realidad complicada, pero que sería más complicada si sigo hermético.  Ignorarla empeoraría las cosas. Lo práctico es «tomar al buey de los cuernos», tener los pies bien puestos sobre la tierra y vivir la vida tal como es. Hacer lo contrario equivale a llevar una existencia ficticia y mantenerse en constante huída de una realidad que no deja de serlo solo porque lo queramos. No quiero una existencia tan miserable.

    Conciencia y aceptación son dos fases del programa y esas dos actitudes constituyen la humildad. Ahora veo las cosas más claramente, las acepto y no me escondo en la negación para evitar el dolor y la responsabilidad.

    Conocer y aceptar la verdad me hace actuar conforme a ella. Por eso la humildad me impulsa frente a la realidad a ser sobrio, solidario, generoso, cortés, en fin a ser virtuoso. Por eso se dice que la humildad es la virtud suprema y madre de las demás virtudes.

    Mi actitud ya no puede ser alejarme de las situaciones o deformarlas para no percibirlas como en realidad son. Durante mucho tiempo usé el escape como forma de afrontar las situaciones adversas de mi vida. Ahora que tengo los ojos mucho más abiertos, no tengo excusa para huir. Sé que mi respuesta no tiene que ser la huida sino que con la ayuda de mi Poder Superior y echando mano de los principios que he aprendido en el grupo, puedo enfrentar todas las situaciones y salir avante.

    Una vez leía que la ignorancia es felicidad. En realidad la ignorancia es comodidad insana que me mantiene preso. Quiero seguir creciendo en humildad que me libera por medio del conocimiento y verdad, y no seguir atado a la soberbia que me aprisiona en la mentira y la ignorancia.

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