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MADRES POSESIVAS, HIJOS DEPENDIENTES

    Madres posesivas, hijos dependientes

    Hay madres que no dejan crecer emocionalmente a sus hijos por el exceso de cariño dañino y la sobreprotección que les dan.
    Son madres que carecen de vida propia, que su vida gira entorno a sus hijos, sienten que sus hijos son la continuación de ellas y que les pertenecen tengan la edad que tengan. No los ven como seres que han de crecer física y emocionalmente, que se han de independizar cuando lleguen a la edad adulta, que no las van a necesitar, que dejarán de ser su centro emocional. Son las madres que cuando el hijo se independiza para vivir con pareja dicen la típica frase “he perdido al hijo/a”, en lugar de decir “he ganado un hijo/a”. Muchas veces la independencia de sus hijos les origina un malestar y un vacío profundo que les puede provocar, entre otros, estados depresivos, de ansiedad, de angustia y trastornos psicosomáticos. Estas madres, para no renunciar a su control, cuando los hijos son adultos buscan excusas como la de ayudarles, (lavarles la ropa, hacerles la comida y encargos…) para de esta manera continuar manipulándolos.
    Las madres posesivas impiden que sus hijos crezcan emocionalmente sanos. Sus excesivos cuidados neuróticos propician que los hijos sean débiles emocionalmente, huyan de cualquier problema que les angustie en lugar de buscar soluciones, actúen sin reflexionar mucho (la mamá ya lo hará por mí), su inseguridad les lleva a ser autoritarios (de esta manera tengo razón), de sus equivocaciones nunca son culpables (la culpa siempre es de los demás o de las circunstancias). Estos hijos serán personas dependientes.
    Por muy lejos geográficamente que estén los hijos, si han tenido una madre posesiva seguirán siendo dependientes emocionales. Las madres continuarán sabiendo todo del hijo, pues éste siempre tendrá la necesidad de comunicarle cualquier evento, buscando inconscientemente su aprobación y consentimiento.
    Actualmente en parejas separadas con niños, se puede ver como el padre o la madre tienen comportamientos sobreprotectores con los hijos. A veces, entre otras muchas causas, este exceso de protección hacia los hijos es debido a la incapacidad que tiene el padre o la madre para enfrentarse sin la pareja a los quehaceres cotidianos. A esta incapacidad se le añade el miedo. Miedo a que pase cualquier accidente al niño, por pequeño que este sea, y pensar que la pareja se lo va a reprochar y ha hacerle sentir culpable. Esta falta de seguridad y el miedo que se tiene a la pareja para que no le diga que eres un inútil y un mal padre/madre, propicia a que entren en juego otra vez las madres/abuelas haciendo de madres de sus nietos y, si con sus hijos ya excedieron de sobreprotección y posesión, ahora aún lo harán más por la pena que les da que los padres de su nieto estén separados. Las abuelas suplirán con creces todo lo que creen que les falta a sus nietos. Las abuelas, en estas circunstancias, si habían perdido un poco el control de sus hijos, ahora lo adquirirán de nuevo manipulando a los hijos y a los nietos. Ya podrán cambiar sin reserva las conductas y comportamientos hacia sus nietos que no les acababan de gustar, muchas veces sus hijos se revelaran a esta nueva esclavitud, pero cederán el control en prueba de agradecimiento.
    EL PORQUE DE LA SOBREPROTECCION
    Los cuidados que todo niño recibe a través de sus padres son saludables cuando se dan sin excesos. La sobreprotección puede ser vista como una forma de amar pero muchos padres desconocen el daño que les hacen a sus hijos, formando pequeños caprichosos y con poca capacidad de adaptación.
    El origen de la sobreprotección puede estar en las siguientes causas:
    Padres con una infancia triste que desean entregar a sus niños todo el amor que ellos no pudieron tener.
    Niños que son criados de la misma forma que fueron criados sus padres. El “Modelo sobreprotector” se repite.
    La comodidad de consentir antes de educar en disciplina
    La sobreprotección también nace de la “culpa”. Muchos padres dejan a sus niños solos en casa y el tiempo que tienen con ellos es para complacerlos en todo.
    La ausencia de uno de los padres también origina que sobreprotejan a sus niños. Tener un hijo único, o ser muy mayores también crea mucha inseguridad en los padres, lo cual los lleva a centrar toda su atención en su pequeño.
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    SOBREPROTECCION
    La sobreprotección obstaculiza el desarrollo del niño.
    La sobreprotección significa exagerar nuestro rol como padres, es querer vivir a través de los hijos;  tomar todas las decisiones por ellos, decidir siempre lo que es bueno y malo para ellos, considerar que no saben tomar buenas decisiones, pensar que son demasiado inmaduros para saber lo que quieren.
    Conozco de cerca a mamás (incluso de hijos adolescentes) que todo el tiempo les dicen qué hacer y cómo hacerlo, qué ropa usar, con quién salir, a qué escuela ir, qué novio les conviene… son mamás (y también hay papás) que no dejan crecer a sus hijos, no los dejan madurar y tomar sus propias decisiones, cometer sus propios errores y aprender de ellos.
    La sobreprotección paraliza a los niños en todos los aspectos. No dudo que los padre sobreprotectores tengan las mejores intenciones y están preocupados por sus hijos; sin embargo, están evitando que ese pequeño desarrolle habilidades que le permitirán tener una vida saludable, feliz y emocionalmente satisfactoria.
    Los padres sobreprotectores quieren controlar todos y cada uno de los aspectos de la vida de su hijo, y desafortunadamente, lastiman sus emociones.
    Hay padres que por medio de la sobreprotección alimentan su propio ego; se sienten indispensables, necesitados. No quieren que sus hijos dejen de depender de ellos, no los quieren dejar ir. Cuanto más crecen sus hijos más quieren controlar y más difícil es lograrlo.
    Un niño que vive bajo la sobreprotección de sus padres busca escapar de ella; se rebelan, hacen cosas a escondidas y viven una mezcla de sentimientos y emociones: culpa, resentimiento hacia sus padres, temor, inseguridad, baja autoestima.
    Los niños con padres sobreprotectores muestran algunas de las siguientes características:

    1. Se vuelven introvertidos y, por lo general son reservados y tímidos
    2. No son capaces de manejar los conflictos y resolverlos de manera sana porque están acostumbrados a que sus padres arreglen todo por ellos.
    3. Es común que tengan baja autoestima, poca confianza en sí mismos y les cuesta trabajo tomar sus propias decisiones.
    4. Pueden volverse perezosos y totalmente dependientes; pierden su sentido de la individualidad ya que todas las decisiones las toman sus padres.
    5. Cuando es necesario que tomen una decisión se sienten totalmente perdidos y preguntan a otras personas sobre lo que deben y no deben hacer; tienden a aplazar la toma de decisiones importantes.
    6. Viven bajo mucha tensión debido a las expectativas poco realistas de sus padres y si no cumplen con ellas ( o les parece que no cumplen) se deprimen. Miden su valía desde el punto de vista de sus padres.
    7. Tienen grandes dificultades para manejar situaciones difíciles; pues no tienen herramientas para hacerlo, sus padres siempre lo han hecho por ellos.

    Conozco padres así y a hijos que sufren (sí, sufren) la sobreprotección. Esos niños (y jóvenes) necesitan respirar, piden a gritos un poco de libertad, de espacio, les urge una oportunidad para ser todo lo que puedan ser.
    Démosle libertad a nuestros hijos para que crezcan, para que aprendan a cuidar de sí mismos, para ser independientes, para ser felices. La sobreprotección puede dejar más marcas en la vida de un niño que una rodilla raspada o una camisa manchada de pintura.
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    Ser mamá es un verdadero privilegio, pero el sobreproteger a los hijos hasta tal punto de asfixiarlos psicológicamente, es conducirlos a una vía que genera en los hijos infelicidad y los vuelve inmaduros.
    Ser mamá es algo muy esperado por muchas mujeres, que ven la posibilidad una forma de autorrealización. El problema se ocasiona cuando algunas mujeres no comprenden que el rol de ser madre no les brinda el derecho de castrar psicológicamente a sus hijos a tal grado de no posibilitarles crecer y madurar como personas.
    Las madres en ocasiones piensan que sus hijos son de su exclusiva propiedad, son personas que están psicológicamente enfermas y que tarde o temprano provocaran algún daño y en muchas ocasiones de manera irremediable, a sus hijos e hijas.
    Las madres castradoras que no les interesa que sus hijos se enfermen con tal de conservarlos a su lado.
    La persona que esta castrada por su madre presenta las siguientes características:
    Temor, inseguridad, dependencia emocional y económica, criticar las conductas de la pareja, tiene una conducta sobreprotectora hacia la pareja, dificultad en marcar y sostener limites, falta de estrategias de comunicación, sentimientos marcados de temor al abandono, sentimientos de angustia, conductas intolerantes ante la dinámica de la pareja, miedos, disfunciones en la conducta sexual, cuenta con problemas de adaptación en el trabajo y la universidad, incapacidad para tomar decisiones propias, no tiene metas.
    La madre dominante que limita la libertad de acción y de pensamiento de sus hijos, en especial con los hijos varones le ocasiona secuelas psicológicas que muchas veces son irreversibles. Estas mamás suelen ser maduras y de aspecto severo.

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